martes, 28 de septiembre de 2010

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Yo no tengo derecho a molestar a los muertos, a gritar en ningún cementerio, no tengo derecho a estallar en llanto frente a este ataúd, tengo derecho a guardar silencio, un silencio de respeto y de agradecimiento, como el que se les guarda a los caídos en cualquier lucha, en cualquier batalla, en cualquier pasión.
Y tengo derecho a arrepentirme... incluso siendo el asesino.