jueves, 20 de noviembre de 2014

#TodosSomosBurlasPendejas

No me impresiona, ni me indigna, ni me causa ninguna gracia ver esa acelerada y voraz erupción de burlas ingeniosas y otras no tanto, de lo que sucede hoy mismo en nuestro país. 
Es una capacidad de respuesta inmediata que envidiaría cualquier pueblo del mundo, desafortunadamente, no se logra nada.

Tenemos bien sabido que el ingenio del mexicano es también envidiable, y que muchas veces nos ha servido para sobrellevar esa "desgracia" de la que tanto nos hemos lamentado por siglos enteros, porque también somos víctimas de todo y de todos, víctimas hasta de nuestra propia ubicación geográfica que nos coloca por debajo y "a un paso" de la primer potencia mundial. 

Pero, ¿de qué nos sirve?, ¿Hasta qué grado es válido el chascarrillo, hasta que grado es permitida la risa? Es claro que estamos en los ojos del mundo, y también está claro que en algunos países nos toman más en serio que nosotros mismos y se unen solidariamente y con tristeza a la pena que nos aplasta y nos oprime como nación. 

Si bien utilizamos el chiste como anestésico natural (y casi endémico de nuestro país) ante el dolor que padece nuestra soberanía, pienso que también estamos exediéndonos de manera brutal en la dosis que nos podemos permitir, porque ahora lo estamos llevando como salvoconducto para atravesar libremente las delgadas fronteras del respeto que entre nosotros mismos nos merecemos.

Es una pena el tiempo invertido en pendejadas, es una pena el afán de protagonismo de quien utiliza su espacio virtual para "destacar" estúpidamente ante un verdadero problema que desde ya es una herida que no sanará pronto y que, eso sí, se recordará solemnemente bajo algún lema como "Ayotzinapa no se olvida" generaciones después y cuando sea oportuno volver a autodenominarnos víctimas del mal gobierno y tengamos que culpar a alguien por alguna nueva crisis o algún otro mal del que, en su momento, preferiremos caricaturizar antes de poder medir las dimensiones que pueda alcanzar y en lo que como individuos nos pueda repercutir.

sábado, 8 de noviembre de 2014

(El título está en el viento)


<<How many roads must a Man walk down, before you call him a Man?>>
    Dylan.

¿Cuanto tiempo le basta a un hombre para reconstruirse? ¿Cuantos pedazos de sí mismo tiene que volver a unir? Cuanta fuerza de voluntad? ¿cuantos intentos, cuantos insomnios?

Apenas anoche buscaba la tranquilidad de su espíritu, buscaba la paz y la calma, buscaba respirar profundo, liberarse y comenzar a habitar su propio presente, apenas anoche ese hombre que meditaba frente a una vela y en completo silencio, ponía sobre la balanza sus equivocaciones y sus aciertos tratando de encontrar el equilibrio. 

¿Cuantos tropiezos, cuantas salidas en falso? ¿Cuantas veces vuelve a derrumbarse, cuantas veces intenta dibujarse antes de poder reconocerse de nuevo? 

Apenas hace unos días aquel hombre despertaba en una recaída, se daba cuenta que su lucha era interna, pero, ¿cómo vencer a la versión antagónica de uno mismo? 

¿Cuantas vidas tendrá que inventarse, cuántos motivos tendrá que improvisar porque sabe que su existencia ha quedado a la deriva y no se sostiene de nada?

Apenas hace unos meses rezaba por el olvido: 

Tú que pusiste memoria en mi cerebro. Tú que antes del presente creaste el pasado. Tú que puedes, permíteme el olvido. Extiende tu bisturí maestro sobre este tumor que me crece silencioso y se arraiga fuertemente con el paso del tiempo. Padre, si es tu voluntad, retira de mí éste recuerdo.

¿Cuanto tiempo, cuanta vida, cuanto de todo?  

The answer is blowing in the wind...