Arrojé una piedra hacia dentro de mí, esperaba escucharla chocar contra el fondo en algún momento, pero no sucedió, tampoco sentí la velocidad de su viaje; me dormí. En algún punto de la noche un sonido lejano me sobresaltó, era como el de un cañón percutido al otro lado del mundo que se encuentra justo debajo de mi cama; era mi piedra, había llegado al fondo, había medido el vacío...
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