martes, 1 de noviembre de 2011

Nada peor que quedarse sin cigarros una noche como esta, si algo me sostiene es ese hilo de humo constante que se eleva sin alteraciones hacia el techo aquí en mi habitación. Me sostiene a la tierra, al cielo, a no sentirme inactivo, a un poco de calor, y a las figuras que se inventa cuando mis dedos van al cenicero, nada peor que abrir la cajetilla y encontrarte un último cigarro, pensar que después de fumarlo tendré que dormir porque no hay otra cosa que hacer esta noche.
Un cigarro es un bastoncillo para la tristeza, es un homenaje a lo efímero, un momento intimo entre el fumador y sus recuerdos, un vomito suave y gris cayendo en nada, revolviéndose en todo, llenando el aire de humo, "un velo de alquitrán en la mirada".

Apagaría mi cigarro si cruzaras esa puerta...

1 comentario:

Bismark Estrada dijo...

Tus escritos me gustan mucho, transmiten mucho.

Saludos