P.F.
Uno se va haciendo insensible, ¿sabes? Es como una práctica, los sentimientos son como cualquier otra cosa, como un trabajo, por ejemplo, al principio, cuando no le sabes muy bien al asunto, es difícil dominarlo, pero luego le vas hallando el modo y las mañas y lo vas haciendo mejor cada vez, pero no te conviertes en un experto hasta que comprendes el porqué de las cosas. Nunca podrás dominar algo si no sabes el porqué, si no comprendes el sentido de ello.
Igual los sentimientos, es muy cabrón experimentarlos en sus extremos, buenos y malos, de felicidad y de dolor, porque sin unos no se distinguen los otros, algo tan elemental como la noche y el día, como el calor y el frío y como tantas cosas más que son extremadamente opuestas pero que se complementan para un mismo fin, fenómenos que no existirían sin el opuesto, así de hermosas suelen ser esas complejidades, pero nos hemos acostumbrado tanto a eso que ya lo ignoramos, lo damos por hecho, porque así es y nos olvidamos de lo maravilloso, luego entramos a una sala de cine donde el director de filme se apoya en la relación vital que existe entre los contrastes para desarrollar su trama y nos fascinamos durante dos horas, ese wey es un chingón, seguramente estará nominado para el Óscar. Somos tan pendejos.
Por eso uno se va haciendo insensible, porque nos vamos acostumbrando a las emociones, las vamos dando por hecho y nos olvidamos de lo maravillosas que son, hasta que vemos que alguien más las experimenta en su propia vida, ese wey es feliz, esa chica está enamorada, pobres, lo que les espera. Los sometemos a una visión fatalista y a un juicio preconcebido erróneamente porque no comprendemos el porqué de las cosas, somos tan pendejos.
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