Me pasa que despierto con ganas de morirme cuatro veces,
de sucumbir a la primera inhalación del día,
de convertir en ocaso a la mañana.
Me pasa que despierto y no encuentro tu cara,
no encuentro tu pelo enmarañado en la almohada gemela de mi almohada.
Me pasa que no es fácil (es patético) decirle buenos días a una imagen tuya,
plana y enmarcada.
Me pasa que el efecto de tu ausencia comienza a hacer estragos en mi aura,
comienza a revolverme las ideas, el estomago, y la casa.
Me pasa que no encuentro la forma de romperle la estructura a nuestra historia sin dañarla,
de comenzar de nuevo en donde todo se derrumba,
de salvar de las cenizas al menos un tercio de mis alas.
Me pasa que te busco en las hipótesis inciertas que arroja la esperanza,
en la reconciliación de la lluvia con la tierra,
en las figuras similares a la tuya que atrapa mi mirada cuando vaga.
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