Yo acostumbro a quitarme la vida todos los días, todos los días me disparo y convulsiono y sangro, me asesino, sabes que a diario me arrojo de cualquier acantilado, y tu con tu truco gastado y tu magia repetida, regresas, a sacar de mi sombrero una sorpresa, sabes que soy impresionable aún...
Sabes que tomo veneno en las noches y a escondidas me cambias el frasco, pero el que dejas trae sueños...
Ayer me cerraste los ojos después del disparo, me acariciabas el pelo y me contabas un cuento, el cuento hablaba de un viejo que zurcía corazones con hilos de lana que obtenía de una oveja invisible, la oveja era el tiempo...
Hoy desperté como siempre, con humor suicida y buscaba un puente, lo encontré, pero esta vez recordé tu magia, tu truco gastado, tu cuento, y me gusta tu cuento, tu voz curativa y tus ojos de ámbar... me gusta este encuentro.
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