domingo, 28 de julio de 2013

La oración de un loco...

Benditos los inocentes, los que no saben, los naturales, los que no dependen, los que viven sin una arroba insertada en el culo de su identidad.

Los que no indagan, los que no buscan, los que no se atormentan con la incertidumbre, con el hambre de saber qué es lo que pasa.

Los que pueden dormir, los que pueden beber sin estimular a sus demonios, los que retiran las dudas como al cabello en la sopa, los que no callan por que no tienen nada qué decir, los que no esperan, los del camino trazado, los del piso parejo y en linea recta, paso de soldado, visión de túnel, destino en fideicomiso.

Benditos para los que el pan es pan y el vino es vino, los que no divagan, los del reloj que no se atrasa, los que se comen un calendario con el mismo placer que una manzana, los a prueba de fuego, los chaleco antibalas, quiero decir fuego en los huesos, quiero decir balas-fantasma.

Benditos para los que el lunes es lunes y la comida es en casa, los 120 sobre 80, los sístole de oro y diástole de plata, los que se ríen del chiste, los que han colgado parte de su vida en una pared de la sala. 

Benditos porque nos redimen, porque nos rectifican, porque nos dejan los sueños y la extravagancia, los castillos de arena, las flores en los prados y las estrellas sin contarlas, la risa explosiva, la imaginación sin freno y las nubes para acariciarlas.

Benditos porque nos dejan, libre de receta la locura y libre de impuestos la existencia.

lunes, 22 de julio de 2013

Somos todo

Somos todo, el tobogán de piedra de la infancia, la pijama de franela con la que dormíamos, el café con leche, la primaria que nos queda chica en los ojos ahora que somos "grandes", la maestra que dejó su voz o por lo menos su perfume en alguna parte de nuestra memoria.

Somos esa niña que nos miró por primera vez y que desde entonces ya no volvimos a ser los mismos, me atrevo a decir que desde entonces una parte de nosotros valió madre, porque las miradas que nos llegan a lo profundo nos vulneran alguna membrana invisible, irremediable.

Somos todos los rostros que hemos visto, todas las manos que hemos estrechado, los cuentos con los que nos durmieron y los insomnios con los que ahora nos desvelamos.

Somos Merrie Melodies y Hanna Barbera, rodillas raspadas y dientes caídos, la comida de la abuela, el domingo del abuelo y los regalos de los tíos.

Somos patios traseros y jardines, árboles habitables, regaños, mocos y llanto pasajero que no se añejaba y que no se repetía.

Somos una mezcla de todo, todos llevamos reunidos los mismos ingredientes, el secreto radica en las distintas y hasta caprichosas proporciones que nos hacen oportunamente diferentes.




domingo, 21 de julio de 2013

"¡Ladrones, malditos ladrones!"

Nunca me ha interesado contar mi historia al momento de escribir, siempre lo hago inducido por una especia de necesidad, escribir me representa una válvula de escape, una forma de liberar ciertos demonios que de pronto llegan a instalarse en mi cabeza.
Pero esta vez contaré un poco de lo que me sucede, sin entrar en detalles, sin ningún afán más que el de reflexionar y darle forma a mi pensamiento.
Unos días atrás, me encontraba en una serie de acontecimientos desagradables e infortunados, sucedieron uno tras otro, cada día me sorprendía alguna mala noticia, una mala racha que sentí que se prolongaba y se agudizaba cada vez. Como parte de mi personalidad siempre he pensado que todo lo malo que nos pasa debe ser solucionado, que debemos ser fuertes en todo momento y siempre estar al tanto, sin distraernos, sin dejarnos caer o en su defecto, levantarnos de forma inmediata, pero esta vez mi estado emocional también fue parte de la bola de nieve junto con mi salud, el estado anímico se vino abajo, entonces el optimismo y el coraje de los que siempre me he valido, quedaron lejos de mis posibilidades, me sentía cansado y desgastado, perdido entre pensar que nadie estamos exentos de este tipo de circunstancias, que lo que nos sucede es producto de lo que hemos hecho y también había cosas que no podía comprender porque sucedían.
Absorto, ensimismado, caminando una tarde rumbo a casa, pensaba en dios, preguntaba qué más podría pasar, pero a la vez temía hacerme esa pregunta ya que obviamente podía suceder algo más. Y así fue, en una esquina por donde pasaba, se encontraba un tipo que al momento de dirigirse a mí, supe que se trataba de un asalto, no tuve tiempo de más, le entregaba mi billetera y mi teléfono celular al mismo tiempo que me encañonaba y me sujetaba contra la pared, repito, no hubo tiempo de más, ni de susto, ni de sorpresa, el ladrón se alejó rápidamente y yo me quedé bloqueado por unos segundos, después seguí caminando para llegar a casa y ahora sí rendirme, lo más sencillo fue pensar que el dinero de la billetera no era más que eso, dinero, que las identificaciones y demás documentos se reemplazan, que el teléfono era tan viejo y maltratado, además de que lo había depurado de cientos de fotografías que se sentía vacío. por lo tanto había sido bueno que se lo llevaran porque de otra forma no habría pensado pronto en tener otro. Pero era la gota que derramaba mi vaso, ¿A qué había vuelto?.
Después me respondí esa pregunte y encontré motivos. Como dije, no voy a entrar en detalles.
Lo que en realidad me ocupa esta vez y por eso escribo, es porque recordé que en las notas de mi teléfono se encontraba todo lo que había escrito últimamente, entre ello, una especie de bitácora que había hecho durante casi un año que viví en el caribe y que pensaba publicar en mi blog cuando me fuera oportuno, ahora sí sentí coraje, ahora sí lloré de forma inconsolable, porque si hay algo que valoro con el corazón son mis experiencias y por eso me gusta plasmarlas, porque además carezco de buena memoria y por eso me la paso escribiendo en todos lados, porque muchas veces necesito volver a esas notas para no saberme perdido y saber quien soy en el presente. 
Por eso me dio coraje, porque se llevaron una parte no de mi vida, pero si de la memoria que guardaba de consulta, textos que consideraba hermosos porque nacieron fusionados de paisajes hermosos y sentimientos hermosos de ese tiempo. 
Pienso que de una vez se hubieran llevado todo, también los malos ratos y los malos recuerdos, de la misma forma, con violencia, con amenazas, a fuerza de pistola, porque de otra forma uno no se desprende fácilmente de lo que ya no necesita y de lo que daña.

viernes, 19 de julio de 2013

Entre pájaros y niebla.

Se despertó antes que nadie en esa parte de la ciudad, es indistinto decir qué fue lo que encendió primero, si un cigarrillo o la luz de su habitación, se paró frente al espejo con el cabello abultado y  las lineas de expresión atenuadas por el insomnio y el cansancio, hacía frío y supuso que deberían ser las cuatro de la mañana, "El frío de las cuatro de la mañana es el más duro", Pensó.

 Se colocó sobre los hombros el cobertor de su cama y salió de su habitación hacia la cocina para prepararse un poco de café, con el cigarrillo en los labios y entrecerrando el ojo por el que ascendía el humo, sirvió agua en una taza que introdujo en el microhondas: dos minutos, café soluble y una cucharada de azúcar.


Hacía meses que llevaba durmiendo un par de horas al día, los estragos físicos eran evidentes, la alteración del sistema nervioso se manifestaba en el pulso y en la rigidez de la mandíbula, rechinaba los dientes hasta provocarse dolor y no paraba de fumar ni un sólo instante.

No recordaba que era su cumpleaños hasta que encendió la computadora, tenía notificaciones de amigos que le felicitaban y le deseaban lo mejor de la vida, abrazos, besos, éxito, salud y muchos años más... para él era un día como los anteriores hasta ese momento, hasta que uno de los mensajes le sacudió algo por dentro, ni siquiera se trataba de una persona que tuviera alguna significación particular en su vida, y el texto no era ningún sermón como para reflexionar, pero esas lineas llegaron a lo profundo y le  provocaron una fuga incontenible de llanto, uno que no había experimentado jamás, o tal vez sí, era un llanto ingenuo y primitivo, no de dolor, ni de lamentación, era un llanto puro y natural, como con el que se nace, alguna vez leyó que "uno llora al nacer porque intuye el mundo" pero él este mundo ya lo conocía, debía ser otro, uno que, ahora lo sabía, tendría que comenzar a construirse, tendría que nacer a otro mundo en el que nada sería igual a partir de ese momento.

Comenzaba a ponerse claro, amanecía sin rayos de sol, era un gris blanquecino y uniforme, como el de una enorme pista de patinaje sobre hielo, asomado en el balcón, se imaginó patinando de cabeza, colgando del cielo entre pájaros y niebla, sonrió. Su imaginación era una constante que no respetaba momentos cruciales, pero algunas veces le había salvado aunque fuera por segundos, de realidades que lo atormentaban.  Abajo el paisaje era el de siempre, edificios, antenas, voces, timbres, ladridos, puertas abriendo y cerrando... Pero él ya no era el de siempre, había estado cambiando, desde antes del mensaje, fueron las noches sin dormir, fue el silencio prolongado de esos meses, casi todas las cosas crecen en silencio, casi todos los cambios son imperceptibles en la rutina, ni siquiera él se había dado cuenta hasta ese día. Volvió al espejo y notó que algo le iluminaba el rostro todavía humedecido por las lágrimas, se observó detenidamente, no podía saber con precisión de qué se trataba, aunque lo intuyó a los pocos minutos, era la alegría de sí mismo, se había acordado de él, de quien era y quien había sido, se reconocía, las circunstancias que lo habían llevado hasta ese momento de su vida habían quedado atrás, ya no las cuestionaba y no sentía rencor ni culpa, ya no dolían, ahora se sentía feliz y esa felicidad crecía conforme todo se aclaraba en su cabeza, todo había pasado, era cierto que se había quedado sin nada, pero ya no lo lamentaba por que ahora tenía ante él la oportunidad de tenerlo todo, había nacido de nuevo aquella fría madrugada de diciembre, la fecha era la misma de 33 años atrás, el nombre era el mismo, pero aquella oportunidad nunca volvería a presentársele de nuevo.

No siempre es necesario un nuevo sol elevándose detrás de una montaña bajo un cielo azul para comenzar de nuevo, esos paisajes acarician a la vista, los amaneceres internos acarician el corazón.

viernes, 12 de julio de 2013

Me gustaría...

Hay cosas que me gustaría saber, como en qué año y por quien fue construido el primer espantapájaros, por qué los días grises y la lluvia son conductores de nostalgia, cual era el nombre o el grito que llevaba por nombre la primera persona que hizo fuego, ¿fue hombre o mujer?

Me gustaría haber pertenecido a todas las épocas, no puedo confiar plenamente en los historiadores, me interesa demasiado el mundo y sus orígenes, sus cambios, sus personajes, sus acontecimientos, sus guerras, sus descubrimientos, inventos, música, pintura, mujeres legendarias, hombres increíbles, buenos, malos, mitos, documentos, profetas, filósofos, conquistadores, magos, curanderas, escritores, pintores...
Me gustaría dar un recorrido en el tiempo y escuchar el sermón de Cristo en Sinaí, ver de cerca a la reina de Saba, ver desde la misma roca que observó Moisés la tierra prometida, pasar justo en el momento en que Van gogh pinta la provincia de Saint Remy y que después llamaría "Noche estrellada".
Comprobar con mis ojos si Sophía Loren tenía esa gran personalidad, escuchar una ópera de María Callas, asistir a un concierto de Frank Sinatra, sintonizar un radio para escuchar el momento en que Neil Armostrong puso sus pies sobre la luna, correr por mi vida en la plaza de las tres culturas, saludar de mano a Pablo Neruda, escuchar la voz vencida de Jaime Sabines, ir a Barcelona y entrar a un juego del "Dream team" para ver volar a Michael Jordan, asistir a un recital de Mozart, romper un trozo del muro de Berlín, ser vecino de Audrey Hepburn, escuchar en vivo un tango de Gardel, entrar a un cine y ver "Lo que el viento se llevó", acampar en Woodstock, ocultarme detrás de un árbol mientras Virginia Woolf llena sus bolsillos de piedras y se ahoga en el río (porque estoy hablando de ser testigo, no de cambiar nada) cortar el pasto de Aristóteles Onasis, limpiar las ventanas de Marilyn Monroe, sentarme en la mesa de junto a la de Truman Capote, hurgar en la basura de Andy Warhol, ser el conductor del taxi que alguna vez tomara Octavio Paz, servirle un trago en París a Julio Cortázar sin dejar de escuchar parte de su conversación, chocar con el hombro de Marlon Brando en algún aeropuerto y disculparme, orinar junto a Stanley Kubrik en un baño público... y así pasar por todas las historias (incluso por la tuya) como esa persona que estuvo ahí, pero de la que no se sabe absolutamente nada.