Nunca me ha interesado contar mi historia al momento de escribir, siempre lo hago inducido por una especia de necesidad, escribir me representa una válvula de escape, una forma de liberar ciertos demonios que de pronto llegan a instalarse en mi cabeza.
Pero esta vez contaré un poco de lo que me sucede, sin entrar en detalles, sin ningún afán más que el de reflexionar y darle forma a mi pensamiento.
Unos días atrás, me encontraba en una serie de acontecimientos desagradables e infortunados, sucedieron uno tras otro, cada día me sorprendía alguna mala noticia, una mala racha que sentí que se prolongaba y se agudizaba cada vez. Como parte de mi personalidad siempre he pensado que todo lo malo que nos pasa debe ser solucionado, que debemos ser fuertes en todo momento y siempre estar al tanto, sin distraernos, sin dejarnos caer o en su defecto, levantarnos de forma inmediata, pero esta vez mi estado emocional también fue parte de la bola de nieve junto con mi salud, el estado anímico se vino abajo, entonces el optimismo y el coraje de los que siempre me he valido, quedaron lejos de mis posibilidades, me sentía cansado y desgastado, perdido entre pensar que nadie estamos exentos de este tipo de circunstancias, que lo que nos sucede es producto de lo que hemos hecho y también había cosas que no podía comprender porque sucedían.
Absorto, ensimismado, caminando una tarde rumbo a casa, pensaba en dios, preguntaba qué más podría pasar, pero a la vez temía hacerme esa pregunta ya que obviamente podía suceder algo más. Y así fue, en una esquina por donde pasaba, se encontraba un tipo que al momento de dirigirse a mí, supe que se trataba de un asalto, no tuve tiempo de más, le entregaba mi billetera y mi teléfono celular al mismo tiempo que me encañonaba y me sujetaba contra la pared, repito, no hubo tiempo de más, ni de susto, ni de sorpresa, el ladrón se alejó rápidamente y yo me quedé bloqueado por unos segundos, después seguí caminando para llegar a casa y ahora sí rendirme, lo más sencillo fue pensar que el dinero de la billetera no era más que eso, dinero, que las identificaciones y demás documentos se reemplazan, que el teléfono era tan viejo y maltratado, además de que lo había depurado de cientos de fotografías que se sentía vacío. por lo tanto había sido bueno que se lo llevaran porque de otra forma no habría pensado pronto en tener otro. Pero era la gota que derramaba mi vaso, ¿A qué había vuelto?.
Después me respondí esa pregunte y encontré motivos. Como dije, no voy a entrar en detalles.
Lo que en realidad me ocupa esta vez y por eso escribo, es porque recordé que en las notas de mi teléfono se encontraba todo lo que había escrito últimamente, entre ello, una especie de bitácora que había hecho durante casi un año que viví en el caribe y que pensaba publicar en mi blog cuando me fuera oportuno, ahora sí sentí coraje, ahora sí lloré de forma inconsolable, porque si hay algo que valoro con el corazón son mis experiencias y por eso me gusta plasmarlas, porque además carezco de buena memoria y por eso me la paso escribiendo en todos lados, porque muchas veces necesito volver a esas notas para no saberme perdido y saber quien soy en el presente.
Por eso me dio coraje, porque se llevaron una parte no de mi vida, pero si de la memoria que guardaba de consulta, textos que consideraba hermosos porque nacieron fusionados de paisajes hermosos y sentimientos hermosos de ese tiempo.
Pienso que de una vez se hubieran llevado todo, también los malos ratos y los malos recuerdos, de la misma forma, con violencia, con amenazas, a fuerza de pistola, porque de otra forma uno no se desprende fácilmente de lo que ya no necesita y de lo que daña.