domingo, 26 de enero de 2014

...

"...cuando al punto final de los finales, no le quedan dos puntos suspensivos." J. Sabina.

Casi siempre mi día termina en puntos suspensivos, por un lado pudiera pensar que es bueno porque, de acuerdo a las leyes de la gramática, esto le da continuidad con el día siguiente. Pero por otro lado, lo puedo relacionar con mi  incapacidad para poner un punto final a las cosas, así mi día antes de irme a dormir. Por lo tanto duermo encima de tres inquietantes puntos que no me permiten un descanso pleno, despertándome cansado, con sueño aún, pesado, el problema se agrava cuando los puntos no hacen ninguna conexión, y están ahí, siguiéndome a la regadera, a la cocina, a mi habitación, bajando la escalera, por la calle, en el trabajo, detrás de mí sin separarse ni un solo momento y siempre guardando esa alineación y esa distancia precisa entre ellos para no dejar de hacer de mi existencia un continuo suspenso, dejando alguna luz encendida en lo más oscuro de la noche, cobijándome con un pesado montón de dudas que terminan por dificultarme la respiración, hinchando mis ojos al amanecer y acabando poco a poco con mis palabras, imponiendo en mi rutina su desconcertante silencio.
Pero no dejo de pensar y no pierdo la esperanza de poder decir en un futuro: este fue un día y aquí termina, o mejor aún, rompiendo con esa incapacidad de la que hablaba, también poder decir: esta es otra de mis historias y aquí termina.

No hay comentarios: