martes, 10 de diciembre de 2013

Yo

Los cuatro puntos cardinales se compactan hasta mis extremos, me encapsulan y todo es un mundo reducido, el mundo que soy yo entrando a la noche del universo, al plano de los sueños a donde va la realidad a descansar de su dureza, a suavizarse hasta quedar sin peso o a elevarse a potencias espantosas, deseos y temores secretos del mundo que la padece y que ahora duerme vulnerable a ese pensamiento más profundo detrás del pensamiento. 
Soy yo revuelto o atrapado entre sábanas y almohadas, entre pensamientos torturados y delirios de cansancio, soy el mundo que habito, soy la noche en que me gesto, posición fetal dentro de un vientre siniestro, la noche que con astros y con líneas entre ellos forma la constelación que me dará un signo al amanecer, al despertar al mundo madre, al enorme y a la vez pequeño mundo irónico que también habito y que también soy yo mismo.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Adiós, abuelo..

Primo, falleció el abuelo.. Decía el mensaje de texto que recibí por la mañana muy temprano, minutos antes de que sonara mi despertador..
Llamé a mi madre para preguntarle cómo estaba, me respondió tranquila aunque evidentemente triste, todavía no amanecía y ya se anunciaba un día diferente.
Más mensajes y llamadas de la familia, todos con el deber de dar la mala noticia, de poner al tanto..
Yo escribo esto arriba de un autobús camino a Zamora, a despedir al abuelo, creo que la última vez que hice el mismo viaje fue hace 8 años, a despedir a la abuela..
Soy un desapegado con la familia, lo sé, pero considero que hay deberes que se tienen que cumplir, y estar con la familia en una pérdida, es uno de los principales.
Además se trata del abuelo, de lo más cercano al origen, mientras estaba en la ducha pensaba que los abuelos son nuestra especie personal en peligro de extinción, esos viejos ejemplares de humanos en los que está gravada en el rostro y en la voz, parte inmutable de la sabiduría de la vida, experiencia, años, paciencia..
Yo recuerdo a mi abuelo como un verdadero roble, grande, fuerte, de zapatos enormes a los que metía mis pies de cinco o seis años. Era un hombre que convertía sus hábitos en rituales, desde preparar la ducha, hasta el cepillado de dientes, desde la forma de afeitarse, hasta la solemnidad para sentarse a la mesa. Fumaba cigarros Fiesta, tomaba café ristreto, vestía playeras blancas de algodón y usaba brillantina en el cabello, (quizás haya algo de todo eso en mi persona y quizás por eso me refiero a mi propio origen) desde que recuerdo tenía canas, so voz era ronca y agradable, como para haberle escuchado más palabras, pero no hablaba mucho, quizá sólo un poco más de lo necesario..
No recuerdo algún consejo suyo, repito que soy un desapegado, pero ahora puedo interpretar un poco su viejo silencio, uno va aprendiendo a callarse la boca con el paso del tiempo, a hablar si acaso un poco más de lo necesario, y eso también es un consejo. Como lo fue también su rostro imperturbable, porque muchas veces hay que darle a la vida un sólo rostro. solo él supo qué se llevó a su tumba y qué le endureció el gesto, yo mientras viajo en este autobús, lo recuerdo y ya quiero llegar, aunque sé que es tarde para verlo con vida, maldito desapego el mío.
Llego a la terminal, un taxi, al panteón, a la sala crematoria, corriendo, no sabía pero me estaban esperando, el cuerpo de mi abuelo estaba a la puerta del horno, el roble, cruzado de brazos, entero el increíble viejo, me esperaron; se olvida uno de ese protagonismo que nos regalan las personas que nos quieren; me esperaron, faltaba que yo llegara a despedirme, toqué su frente, y después de eso nada...
Ha sido un gran día, vi a los míos después de mucho tiempo, reconocí incluso en el cuerpo ya sin vida de mi abuelo, de dónde realmente vengo.

domingo, 25 de agosto de 2013

Un mundo de personas ideales.

Leo un tip que dice que las personas que ríen mucho soportan más el dolor, porque la risa libera endorfinas que producen un efecto analgésico. Como también leo que besar es uno de los mejores antigripales ya que los besos favorecen al sistema inmunológico y obviamente que todo esto se basa en los estudios realizados por algunos investigadores de no sé que chingada universidad, la cual, jamás había escuchado nombrar.

Investigadores que me imagino con batas blancas y camisas azules, formando a hombres y mujeres de mediana edad, desnudos, conectándoles cables y sensores en la piel, insertándoles sondas por todos y cada uno de sus orificios, preparándolos para comenzar a practicar sus hipótesis de cómo somos, de cómo funcionamos, porque estamos descompuestos, hemos tenido que investigar cuales son las sustancias químicas que nos hacen felices, para poder tragarnoslas en un comprimido, porque las que producimos por nosotros mismos, ya no son suficientes, quisiera decirlo de alguna manera un poco más clara, pero sólo se me ocurre decir que ya no somos autosustentables, ya no nos autorreparamos o ya no queremos hacerlo, porque nos cuesta trabajo o no nos es posible activar todas esas autodefensas cuando estamos jodidos, porque si esos estudios sirvieran de algo y siguiéramos al pie de la letra todos esos consejos de base científica, seríamos personas ideales, autosuficientes.
 Si hablo por mí puedo decir que cagarme de la risa en ciertas ocasiones no me ha menguado ningún dolor de muelas o de sentimientos, puedo decir que me he tragado todas las barras de chocolate que me encuentro cuando estoy deprimido y lo único que he conseguido es una aceleración cardiaca del demonio, acompañada de terribles insomnios que me mantienen despierto con todo y mis broncas existenciales, de las cuales, precisamente, pretendía huir.
 Entonces pongo en duda la veracidad de todos esos resultados de laboratorio, y si es que me atrevo demasiado, pudiera decir que pertenezco entonces al margen de error, a ese porcentaje inexplicable que queda fuera de la comprobación científica, que no pudiera ser una persona ideal porque a mí no me sirve de nada tragarme un frasco entero de somníferos cuando lo que quiero no es dormir un sueño inducido, sino un sueño natural y tranquilo, libre de demonios y demás pendejadas que atacan valiéndoles madre el prestigio de los investigadores o el renombre de aquella pinche universidad en Rusia o quién sabe dónde carajos.

viernes, 2 de agosto de 2013

Gracias, André.

¿Cual es un verdadero motivo para el llanto? Me refiero a un llanto genuino, uno que no sepa de momentos oportunos, que no espere a la soledad o hasta cierta forma de controlarlo, uno que no escatime en lágrimas y que no se avergüence ante los demás, que no necesite justificarse, porque de conocerse el motivo, nadie se atrevería a cuestionarlo.

Hoy lloramos a André porque ha dejado de estar entre nosotros, lo lloran sus padres, sus abuelos, sus amigos, lloramos porque nuestra esperanza se ha roto, se ha roto nuestra fe de que libraría esa batalla, lloramos porque a veces creemos que todo es posible, y nos esperanzamos porque algo en el fondo nos dice que se puede. ¿hasta donde deberíamos confiar en nuestra intuición? ¿no es acaso un mecanismo de defensa, porque aún más en el fondo tememos a la fatalidad?

Lloramos a André porque aunque también existía la posibilidad de que se nos fuera, nos resistíamos a ello, André se resistía, lo hizo durante meses (que por cierto, fueron toda su vida) sólo él supo lo que luchó. Hay quienes deciden rendirse, pero yo estoy seguro que este no fue el caso de nuestro pequeño.

Simplemente la vida no es a veces como la esperamos, ni como la suponemos, me atrevería a decir que ni siquiera como la planeamos, si a mí alguien me dice que existe una estrategia segura ante la vida, le pediría que lo probara con la suya propia.

Simplemente es así y ese es el motivo de nuestro llanto, que tampoco me digan que André está en un lugar mejor, porque yo no concibo mejor lugar para un pequeño, que los brazos de su madre, así el mundo se esté cayendo a pedazos.

Prefiero saber que para la vida (para los que nos quedamos en ella todavía un poco más) se necesita valor y coraje para enfrentarla y para retirarnos dignamente así dure muchos años o sólo algunos meses. Yo le digo adiós a André, pero también le digo: ¡GRACIAS!

..

¿Cómo están TUS ojos?


 No es lo mismo verlos en una FOTOGRAFÍA, ¿sabes?


Es casi como ver el MAR en un cuadro; hay nostalgia de por medio entre la MIRADA y la imagen, hay ganas de estar ahí, hay recuerdos, lejanía...


¿Cuanto habrá de distancia entre quien se SUEÑA en un lugar y el lugar mismo, como para volverse tan patético y consolarse en una imagen?


 ¿Cuanto habrá de IMPOSIBLE?

domingo, 28 de julio de 2013

La oración de un loco...

Benditos los inocentes, los que no saben, los naturales, los que no dependen, los que viven sin una arroba insertada en el culo de su identidad.

Los que no indagan, los que no buscan, los que no se atormentan con la incertidumbre, con el hambre de saber qué es lo que pasa.

Los que pueden dormir, los que pueden beber sin estimular a sus demonios, los que retiran las dudas como al cabello en la sopa, los que no callan por que no tienen nada qué decir, los que no esperan, los del camino trazado, los del piso parejo y en linea recta, paso de soldado, visión de túnel, destino en fideicomiso.

Benditos para los que el pan es pan y el vino es vino, los que no divagan, los del reloj que no se atrasa, los que se comen un calendario con el mismo placer que una manzana, los a prueba de fuego, los chaleco antibalas, quiero decir fuego en los huesos, quiero decir balas-fantasma.

Benditos para los que el lunes es lunes y la comida es en casa, los 120 sobre 80, los sístole de oro y diástole de plata, los que se ríen del chiste, los que han colgado parte de su vida en una pared de la sala. 

Benditos porque nos redimen, porque nos rectifican, porque nos dejan los sueños y la extravagancia, los castillos de arena, las flores en los prados y las estrellas sin contarlas, la risa explosiva, la imaginación sin freno y las nubes para acariciarlas.

Benditos porque nos dejan, libre de receta la locura y libre de impuestos la existencia.

lunes, 22 de julio de 2013

Somos todo

Somos todo, el tobogán de piedra de la infancia, la pijama de franela con la que dormíamos, el café con leche, la primaria que nos queda chica en los ojos ahora que somos "grandes", la maestra que dejó su voz o por lo menos su perfume en alguna parte de nuestra memoria.

Somos esa niña que nos miró por primera vez y que desde entonces ya no volvimos a ser los mismos, me atrevo a decir que desde entonces una parte de nosotros valió madre, porque las miradas que nos llegan a lo profundo nos vulneran alguna membrana invisible, irremediable.

Somos todos los rostros que hemos visto, todas las manos que hemos estrechado, los cuentos con los que nos durmieron y los insomnios con los que ahora nos desvelamos.

Somos Merrie Melodies y Hanna Barbera, rodillas raspadas y dientes caídos, la comida de la abuela, el domingo del abuelo y los regalos de los tíos.

Somos patios traseros y jardines, árboles habitables, regaños, mocos y llanto pasajero que no se añejaba y que no se repetía.

Somos una mezcla de todo, todos llevamos reunidos los mismos ingredientes, el secreto radica en las distintas y hasta caprichosas proporciones que nos hacen oportunamente diferentes.




domingo, 21 de julio de 2013

"¡Ladrones, malditos ladrones!"

Nunca me ha interesado contar mi historia al momento de escribir, siempre lo hago inducido por una especia de necesidad, escribir me representa una válvula de escape, una forma de liberar ciertos demonios que de pronto llegan a instalarse en mi cabeza.
Pero esta vez contaré un poco de lo que me sucede, sin entrar en detalles, sin ningún afán más que el de reflexionar y darle forma a mi pensamiento.
Unos días atrás, me encontraba en una serie de acontecimientos desagradables e infortunados, sucedieron uno tras otro, cada día me sorprendía alguna mala noticia, una mala racha que sentí que se prolongaba y se agudizaba cada vez. Como parte de mi personalidad siempre he pensado que todo lo malo que nos pasa debe ser solucionado, que debemos ser fuertes en todo momento y siempre estar al tanto, sin distraernos, sin dejarnos caer o en su defecto, levantarnos de forma inmediata, pero esta vez mi estado emocional también fue parte de la bola de nieve junto con mi salud, el estado anímico se vino abajo, entonces el optimismo y el coraje de los que siempre me he valido, quedaron lejos de mis posibilidades, me sentía cansado y desgastado, perdido entre pensar que nadie estamos exentos de este tipo de circunstancias, que lo que nos sucede es producto de lo que hemos hecho y también había cosas que no podía comprender porque sucedían.
Absorto, ensimismado, caminando una tarde rumbo a casa, pensaba en dios, preguntaba qué más podría pasar, pero a la vez temía hacerme esa pregunta ya que obviamente podía suceder algo más. Y así fue, en una esquina por donde pasaba, se encontraba un tipo que al momento de dirigirse a mí, supe que se trataba de un asalto, no tuve tiempo de más, le entregaba mi billetera y mi teléfono celular al mismo tiempo que me encañonaba y me sujetaba contra la pared, repito, no hubo tiempo de más, ni de susto, ni de sorpresa, el ladrón se alejó rápidamente y yo me quedé bloqueado por unos segundos, después seguí caminando para llegar a casa y ahora sí rendirme, lo más sencillo fue pensar que el dinero de la billetera no era más que eso, dinero, que las identificaciones y demás documentos se reemplazan, que el teléfono era tan viejo y maltratado, además de que lo había depurado de cientos de fotografías que se sentía vacío. por lo tanto había sido bueno que se lo llevaran porque de otra forma no habría pensado pronto en tener otro. Pero era la gota que derramaba mi vaso, ¿A qué había vuelto?.
Después me respondí esa pregunte y encontré motivos. Como dije, no voy a entrar en detalles.
Lo que en realidad me ocupa esta vez y por eso escribo, es porque recordé que en las notas de mi teléfono se encontraba todo lo que había escrito últimamente, entre ello, una especie de bitácora que había hecho durante casi un año que viví en el caribe y que pensaba publicar en mi blog cuando me fuera oportuno, ahora sí sentí coraje, ahora sí lloré de forma inconsolable, porque si hay algo que valoro con el corazón son mis experiencias y por eso me gusta plasmarlas, porque además carezco de buena memoria y por eso me la paso escribiendo en todos lados, porque muchas veces necesito volver a esas notas para no saberme perdido y saber quien soy en el presente. 
Por eso me dio coraje, porque se llevaron una parte no de mi vida, pero si de la memoria que guardaba de consulta, textos que consideraba hermosos porque nacieron fusionados de paisajes hermosos y sentimientos hermosos de ese tiempo. 
Pienso que de una vez se hubieran llevado todo, también los malos ratos y los malos recuerdos, de la misma forma, con violencia, con amenazas, a fuerza de pistola, porque de otra forma uno no se desprende fácilmente de lo que ya no necesita y de lo que daña.

viernes, 19 de julio de 2013

Entre pájaros y niebla.

Se despertó antes que nadie en esa parte de la ciudad, es indistinto decir qué fue lo que encendió primero, si un cigarrillo o la luz de su habitación, se paró frente al espejo con el cabello abultado y  las lineas de expresión atenuadas por el insomnio y el cansancio, hacía frío y supuso que deberían ser las cuatro de la mañana, "El frío de las cuatro de la mañana es el más duro", Pensó.

 Se colocó sobre los hombros el cobertor de su cama y salió de su habitación hacia la cocina para prepararse un poco de café, con el cigarrillo en los labios y entrecerrando el ojo por el que ascendía el humo, sirvió agua en una taza que introdujo en el microhondas: dos minutos, café soluble y una cucharada de azúcar.


Hacía meses que llevaba durmiendo un par de horas al día, los estragos físicos eran evidentes, la alteración del sistema nervioso se manifestaba en el pulso y en la rigidez de la mandíbula, rechinaba los dientes hasta provocarse dolor y no paraba de fumar ni un sólo instante.

No recordaba que era su cumpleaños hasta que encendió la computadora, tenía notificaciones de amigos que le felicitaban y le deseaban lo mejor de la vida, abrazos, besos, éxito, salud y muchos años más... para él era un día como los anteriores hasta ese momento, hasta que uno de los mensajes le sacudió algo por dentro, ni siquiera se trataba de una persona que tuviera alguna significación particular en su vida, y el texto no era ningún sermón como para reflexionar, pero esas lineas llegaron a lo profundo y le  provocaron una fuga incontenible de llanto, uno que no había experimentado jamás, o tal vez sí, era un llanto ingenuo y primitivo, no de dolor, ni de lamentación, era un llanto puro y natural, como con el que se nace, alguna vez leyó que "uno llora al nacer porque intuye el mundo" pero él este mundo ya lo conocía, debía ser otro, uno que, ahora lo sabía, tendría que comenzar a construirse, tendría que nacer a otro mundo en el que nada sería igual a partir de ese momento.

Comenzaba a ponerse claro, amanecía sin rayos de sol, era un gris blanquecino y uniforme, como el de una enorme pista de patinaje sobre hielo, asomado en el balcón, se imaginó patinando de cabeza, colgando del cielo entre pájaros y niebla, sonrió. Su imaginación era una constante que no respetaba momentos cruciales, pero algunas veces le había salvado aunque fuera por segundos, de realidades que lo atormentaban.  Abajo el paisaje era el de siempre, edificios, antenas, voces, timbres, ladridos, puertas abriendo y cerrando... Pero él ya no era el de siempre, había estado cambiando, desde antes del mensaje, fueron las noches sin dormir, fue el silencio prolongado de esos meses, casi todas las cosas crecen en silencio, casi todos los cambios son imperceptibles en la rutina, ni siquiera él se había dado cuenta hasta ese día. Volvió al espejo y notó que algo le iluminaba el rostro todavía humedecido por las lágrimas, se observó detenidamente, no podía saber con precisión de qué se trataba, aunque lo intuyó a los pocos minutos, era la alegría de sí mismo, se había acordado de él, de quien era y quien había sido, se reconocía, las circunstancias que lo habían llevado hasta ese momento de su vida habían quedado atrás, ya no las cuestionaba y no sentía rencor ni culpa, ya no dolían, ahora se sentía feliz y esa felicidad crecía conforme todo se aclaraba en su cabeza, todo había pasado, era cierto que se había quedado sin nada, pero ya no lo lamentaba por que ahora tenía ante él la oportunidad de tenerlo todo, había nacido de nuevo aquella fría madrugada de diciembre, la fecha era la misma de 33 años atrás, el nombre era el mismo, pero aquella oportunidad nunca volvería a presentársele de nuevo.

No siempre es necesario un nuevo sol elevándose detrás de una montaña bajo un cielo azul para comenzar de nuevo, esos paisajes acarician a la vista, los amaneceres internos acarician el corazón.

viernes, 12 de julio de 2013

Me gustaría...

Hay cosas que me gustaría saber, como en qué año y por quien fue construido el primer espantapájaros, por qué los días grises y la lluvia son conductores de nostalgia, cual era el nombre o el grito que llevaba por nombre la primera persona que hizo fuego, ¿fue hombre o mujer?

Me gustaría haber pertenecido a todas las épocas, no puedo confiar plenamente en los historiadores, me interesa demasiado el mundo y sus orígenes, sus cambios, sus personajes, sus acontecimientos, sus guerras, sus descubrimientos, inventos, música, pintura, mujeres legendarias, hombres increíbles, buenos, malos, mitos, documentos, profetas, filósofos, conquistadores, magos, curanderas, escritores, pintores...
Me gustaría dar un recorrido en el tiempo y escuchar el sermón de Cristo en Sinaí, ver de cerca a la reina de Saba, ver desde la misma roca que observó Moisés la tierra prometida, pasar justo en el momento en que Van gogh pinta la provincia de Saint Remy y que después llamaría "Noche estrellada".
Comprobar con mis ojos si Sophía Loren tenía esa gran personalidad, escuchar una ópera de María Callas, asistir a un concierto de Frank Sinatra, sintonizar un radio para escuchar el momento en que Neil Armostrong puso sus pies sobre la luna, correr por mi vida en la plaza de las tres culturas, saludar de mano a Pablo Neruda, escuchar la voz vencida de Jaime Sabines, ir a Barcelona y entrar a un juego del "Dream team" para ver volar a Michael Jordan, asistir a un recital de Mozart, romper un trozo del muro de Berlín, ser vecino de Audrey Hepburn, escuchar en vivo un tango de Gardel, entrar a un cine y ver "Lo que el viento se llevó", acampar en Woodstock, ocultarme detrás de un árbol mientras Virginia Woolf llena sus bolsillos de piedras y se ahoga en el río (porque estoy hablando de ser testigo, no de cambiar nada) cortar el pasto de Aristóteles Onasis, limpiar las ventanas de Marilyn Monroe, sentarme en la mesa de junto a la de Truman Capote, hurgar en la basura de Andy Warhol, ser el conductor del taxi que alguna vez tomara Octavio Paz, servirle un trago en París a Julio Cortázar sin dejar de escuchar parte de su conversación, chocar con el hombro de Marlon Brando en algún aeropuerto y disculparme, orinar junto a Stanley Kubrik en un baño público... y así pasar por todas las historias (incluso por la tuya) como esa persona que estuvo ahí, pero de la que no se sabe absolutamente nada.

sábado, 1 de junio de 2013

Tarde Gris

La tarde nublada me encuentra tirado en el sofá, fumando, escribiendo en el móvil, hace tiempo que dejé de hacerlo a mano; con el paso de los años, mi letra se ha vuelto ilegible, dicen los grafólogos que las situaciones en tu vida van determinando tu escritura, yo estoy parcialmente de acuerdo.

Ya he narrado estos silencios prolongados, estos espacios en los que caben todos los pensamientos, todos los resúmenes y todas las ideas, la ciudad, las moscas, los vecinos, el dolor el hombro, la memoria..

Siempre he pensado que las tardes tienen un momento surreal, una intromisión de la nada, quizás sean esos minutos en los que el día va dejando de ser día, para convertirse en una noche primaria. Entonces se abre una dimensión extraña en la que no hay siquiera qué comer en las calles, qué ver en la televisión o qué leer en los libros. Es como una sordera de los sentidos, un gris transitorio que era blanco y está por convertirse en negro. Porque el gris es transitorio, como nosotros cuando vamos de un lugar a otro o de un estado emocional a otro, somos grises mientras viajamos porque sabemos que a donde vayamos nos esperan nuevas tonalidades o porque fuimos expulsados de nuestro anterior paroxismo multicolor.
Somos grises en un avión o en una carretera, después del amor o previos a él, lienzos o muros, medias tardes, cielos nublados que no llueven ni dejan ver los rayos del sol.
Grises transitorios como el uniforme de un obrero, como el humo de un cigarro o el de un tren en marcha, grises como los hombres grises de Momo, como una pintura de Goya, o como una central camionera.
Grises como las estatuas, que transcurren en el tiempo sin ir a ninguna parte (todavía no sé si un monumento se indigna o agradece cuando amanece con alguna pinta de aerosol en su figura)
Grises transitorios como el tiempo, que sólo se detiene en los cuadros y en las fotos, en el espasmo culminante de un orgasmo, o en un reloj descompuesto.

sábado, 25 de mayo de 2013

En el IMSS...

Pensaba iniciar esto diciendo que el hecho de ver a tanta gente enferma me resulta depresivo hasta las lágrimas, pero después de analizar un poco más a detalle y dándome la oportunidad de generar una opinión menos anticipada, mi enfoque cambia de manera drástica, y es que no estoy diciendo ahora que me de gusto ver a tanta gente enferma, no, lo que cambia mi opinión es que toda esa gente a pesar de su convalecencia, está aquí, procurando su salud, librando una batalla de voluntad en contra de su malestar y en contra de un sistema de atención nefasto y deficiente, personal sin las mínimas normas de cordialidad, por lo contrario, en cualquier ventanilla se escuchan regaños y quejas, se ven malas caras, se hacen filas enormes que más bien parecen trenes descarrilados porque los enfermos no se paran erguidos. Y las instalaciones, con esas salas que no sé si son de espera o de tortura, bajo una luz pálida y débil, fría, como ese anciano en su silla de ruedas que reúne exactamente las mismas características.
Y los olores mezclados en el ambiente, el material de curación, el séptico, el almuerzo de la secretaria, la gasolina del "Mop" que empuja un tipo con barba de candado y botas industriales, y el de la misma gente...
El murmullo, los quejidos, el llanto de los niños aquí y allá, las bromas de los doctores con sus batas blancas y con sus estetoscopios colgando del cuello, pareciera que ese es su principal distintivo.
Y ya no hablo del desabasto en las medicinas, de la desilusión después de la espera, "vuelva la próxima semana, o en un mes, o cómprelo en alguna farmacia".
Entonces pienso que no es fácil, que la gente viene aquí porque se quiere, porque quiere a los suyos y lo que importa finalmente es estar saludables, por eso rectifico mi primera impresión, porque después de todo esto, lo que la gente merece es admiración, respeto y un poco de ayuda para subir una escalera o una rampa, y lo hacen, por fortuna nunca falta quien se ofrece a empujar una silla de ruedas, a ceder su turno, o como en mi caso particular (porque yo no vine aquí a observar) una señora saca una manzana de su bolso y me la ofrece después de recuperarme de una descompensación, dos señores me sostienen y una joven me pregunta si me encuentro bien, pero hay algo que llama mi atención, me habla como si me conociera, incluso las demás personas se retiran porque suponen lo mismo, sonríe y me hace algunas preguntas sencillas, no la conozco, pero su tono de voz es tan dulce que hasta me nivela la glucosa con sólo decirme: "No te levantes, voy a conseguirte algo de tomar, te caerá bien".